A la granja escuela? A Banyeres? A Londres? A la sierra de madrid? El destino aun siendo reseñable, siempre para nuestros alumnos tras el viaje acaba siendo lo menos importante y no porque no les suele gustar, ni mucho menos!. Lo que pasa es que tras la vuelta de estos viajes que por lo general duran entre 3 y 5 días, dependiendo de si lo hacen los más pequeños de 1o de primaria o los mayores de 4o de ESO, son tantas las anécdotas, peripecias y vivencias por las que el grupo ha pasado durante estos días que uno definitivamente vuelve cambiado.
Los profesores solemos decir que el grupo es diferente tras retornar del viaje y eso es porque cada uno de nuestros alumnos siempre ha vivido aprovechado al máximo todas esas horas. Sin ninguna duda, el grupo vuelve cambiado porque nuestros alumnos vuelven cambiados. No es raro que gracias al hecho de tener que irse de viaje durante unos días sin tu familia, uno se acostumbre desde bien pequeño a hacerse la maleta, adaptarse a los nuevos entornos, gestionar sus emociones y miedos o simplemente aprender a colocarse por uno mismo las lentillas.
¿De verdad todos los alumnos y alumnas del cole se van de viaje todos los años? ¿Incluso los más pequeños de primero de primaria? Pues sí, todos los cursos y todos los años, con 6, 9 o 16 años. Siempre hemos entendido los viajes y las excursiones son parte esencial de nuestra manera de enseñar.
Programar, compartir, vivenciar, sentir, disfrutar…. son acciones que todo nuestro alumnado ha de realizar y no como un premio, sino como parte esencial de su aprendizaje. Hay una frase que muchas veces los tutores/as explicamos a las familias y es que “tras el viaje de este año el grupo es otro, ha cambiado”.
Por eso, los viajes no se realizan a final de curso a modo de premio. Son parte del trabajo a realizar y obviamente aprovechamos también para relacionarlos con las diferentes materias trabajadas en el aula.
Viajes en entornos naturales con granjas, bosques o playas, en ciudades llenas de teatros, museos, mercadillos, en el extranjero desenvolviéndose en metros, aeropuertos o atracciones…
En resumen, ¿Cómo no vamos a hacer que nuestro alumnado viaje si es uno de los mayores placeres de la vida?